Cine y tecnología es casi una
relación de identidad. La cinematografía fue en la época de su nacimiento una
tecnología innovadora que despertó la curiosidad de las sociedades de
principios del siglo XX, para después convertirse en un elemento familiar e
indispensable en las vidas de las personas. Es una tecnología que parte de un
engaño, de una ilusión óptica, que consiste en pasar fotografías o fotogramas a
cierta velocidad para generar en el ojo humano la sensación de movimiento.
Cine y tecnología es casi una
relación de identidad. La cinematografía fue en la época de su nacimiento una
tecnología innovadora que despertó la curiosidad de las sociedades de
principios del siglo XX, para después convertirse en un elemento familiar e
indispensable en las vidas de las personas. Es una tecnología que parte de un
engaño, de una ilusión óptica, que consiste en pasar fotografías o fotogramas a
cierta velocidad para generar en el ojo humano la sensación de movimiento. Es
el perfeccionamiento de aquel juguete decimonónico denominado linterna mágica.
La mente humana hace el resto. Las
películas suceden en la mente del espectador quien, a diferencia de lo que
ocurre con el teatro, establece una relación inconsciente de complicidad con
las sombras y luces proyectadas en la pantalla y se sumerge en la historia
relatada. Supone una inmersión, una experiencia sensorial total. El cantante
del grupo de rock The Doors, Jim Morrison, lo expresaba de esta manera en su
libro The Lords. Notes on the Vision:
“El cine no procede de la pintura,
literatura, escultura, teatro, sino de la antigua magia popular. Es la
manifestación contemporánea de la historia evolutiva de las sombras, el
disfrute de las imágenes que se mueven, la creencia en la magia.”
Y al igual que la primitiva magia,
el cine reposa sobre la tecnología, sobre la capacidad técnica para crear
artificios, tanto delante como detrás de la cámara, que evoquen con la mayor
precisión posible otras realidades: mundos del pasado del presente o del
futuro, que comparten el denominador común de la inexistencia fuera de la mente
y la imaginación del espectador.
La tecnología además ha constituido
tradicionalmente un objeto de deseo para la cámara, un motivo que ha dado lugar
a grandes obras cinematográficas de ciencia ficción, a veces desde la
perspectiva del mero entretenimiento, otras desde la reflexión sobre sus
efectos sobre la vida de los seres humanos, a menudo proyectando hacia un
futuro imaginado utopías o distopías.
Por otro lado, la veloz evolución
de la informática en las últimas décadas, y la proliferación de dispositivos y
terminales cada vez más perfectos y versátiles, ha puesto en manos de la gente
ingenios como las tabletas o los teléfonos inteligentes, que tienen la
capacidad para rodar vídeo y que pueden abrir nuevos caminos en el campo del
rodaje cinematográfico.
Estas mismas tecnologías digitales
permiten ahora el rodaje de películas sin actores, solamente con muñecos
producto del diseño gráfico, que plantean una nueva dimensión al cine
tradicional –el de los decorados y los actores-, con la misma capacidad de
entretener y emocionar que antaño, pero con un grado de perfección formal muy
difícil de superar.
La Evolución Cine y Tecnología:
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